Historia de León

30.7.05

Cosas a tener en cuenta

En la Edad Media hay que destacar que no hay ningún documento original en el que Fernando I figure como rey de Castilla: hay que hablarlo con Margarita, que ha estudiado el tema. Ello conlleva que la primera unión de León y Castilla es simplemente falsa, ya que ni siquiera existió separación (también está demostrado que la independencia de Castilla gracias a Fernán González y sus descendientes es pura mitología).
También hemos de destacar que Alfonso VI fue Rey de León, y luego se consideró emperador de Hispania, pero Castilla seguía en un segundo plano (echa un vistazo a nis artículos en mi blog sobre los reyes). Y hablar largo y tendido de la Chronica Adefonsi Imperatoris, que es un filón que todavía no ha aprovechado el leonesismo: Alfonso VII sólo se consideraba rey de León, y luego emperador de León y Toledo, o de Hispania.

1.3.- La Conquista Romana del Norte de Hispania


Los vascones establecieron con los romanos desde época temprana una alianza que benefició a ambas partes. Por una parte Roma controlaba desde territorio vascón a otros pueblos del Pirineo oriental y central, mientras que los vascones pudieron ensanchar su territorio a costa del jacetano en el siglo I a.C.

El primer contacto con los galaicos se produce en el 139 a.C. al ser combatidos por Quinto Servilio Cepión, y entre 138 y 136 a. C. por Décimo Junio Bruto (apodado por ello "El Galaico"). En los años 96 a 94 a.C., Publio Licinio Craso realiza una expedición a las Islas Casitérides, mientras que Perpenna se apodera de Cales (Oporto)en el 74 a.C., la ciudad que dio nombre a los galaicos (calaicos). El último acontecimiento conocido es el ataque realizado por Julio César contra Brigantium (posiblemente La Coruña) en el 61 a.C. La fundación de Lucus Augusta (Lugo) se produce entre los años 26 a 24 a.C en el contexto de las Guerras Cántabras, pudiendo haber sido asiento de la Legio VI Victrix.

Várdulos, caristios y autrigones pudieron haber participado en las Guerras Cántabras, desarrolladas entre los años 26 al 19 a.C., en las que ástures y cántabros oponen feroz resistencia a la inevitable conquista romana. Previamente, en el 29 a.C. Estatilio Tauro había llevado a cabo una campaña contra vacceos, ástures y cántabros en la que éstos son derrotados.
En las Guerras Cántabras participaron las legiones I Augusta, II Augusta, IV Macedonica, IX Hispana, XX Valeria Victrix, contra los cántabros, y las V Alaudae, VI Victrix y X Gemina contra los ástures, aunque todas ellas abandonaran la península a lo largo del siglo I.

En el 26 a.C, el propio emperador Augusto asume el mando del ejército, instala su centro de operaciones en Segisama (Sasamón, en la provincia de Burgos) y se lanza contra los cántabros en tres columnas con ayuda de tropas desembarcadas en la costa cántabra procedentes de Aquitania, atacando Vellica (o Bergida), el Monte Vindio, Aracellium y el Monte Medulio (todas ellas de ubicación controvertida pero muy probablemente cántabra). Los ástures emprenden un ataque organizado contra los campamentos romanos en tres columnas, maniobra a la que se anticipan los invasores como consecuencia de la traición de los brigaecinos. Los ástures son derrotados y ofrecen la resistencia final en Lancia (Villasabariego, León).

En el 24 a.C. ástures y cántabros engañan a los romanos, ofreciéndoles cereales y asesinándolos cuando estaban desprevenidos. Lucio Emilio, Legado de la Citerior, los derrota, destruye sus poblados, ejecuta o corta las manos de los guerreros, esclaviza a los prisioneros y obliga al resto de la población a bajar al llano.

En el 22 a.C. se produce una nueva rebelión de ástures y cántabros que es sofocada por Cayo Furrio.
En el 19 a.C., esclavos cántabros asesinan a sus amos, llegan a Cantabria y se sublevan, aunque son derrotados por Marco Vispanio Agripa. Todos lo varones capaces de combatir fueron asesinados. La última sublevación cántabra se produciría en el 16 a.C.
A pesar de la marcha de las legiones que intervinieron en la guerra, una nueva unidad militar, la Legio VII, denominada después Gemina, se asienta en el solar de lo que hoy es la ciudad de León en el 74 d.C, convirtiéndose en el centro de control militar romano de toda la península y norte de África hasta finales del Imperio. Esta larga permanencia de tropas romanas en territorio ástur parece que se debe a la importancia de sus explotaciones auríferas, aunque no se puede descartar la existencia de posibles rebeliones de los pueblos del norte de las que no tenemos constancia documental.

Así describe la guerra Dión Casio (siglo I a.C.) en su Historia Romana.
[Guerra del año 25 a.C.] El proyecto de Augusto de marchar contra la Bretaña, puesto que no quería aceptar sus condiciones, fue impedido por la sublevación de los salasos y la guerra de los cántabros y los astures. Habitan aquellos, según he dicho, bajo los Alpes, los dos últimos, la parte más escabrosa del Pirineo, mirando a España, y la llanura que hay a su falda. Por estas causas Augusto (que ejercía ya su noveno consulado con Marco Silano) envió contra los salasos a Terencio Varrón. Por su parte, Augusto combatió contra los astures y los cántabros; pero como éstos ni se le acercaban, resguardándose siempre en sus picachos, ni se ponían a su alcance, a causa de su inferioridad numérica y también por usar la mayoría de ellos armas arrojadizas, causándole además muchas molestias si alguna vez se ponía en su camino, ocupando los lugares favorables y emboscándose en las hondonadas y en las selvas, se encontró en un embarazo extremo. La fatiga y las preocupaciones le hicieron enfermar, y tuvo que retirarse a Tarragona para reponerse. Cayo Antistio continuó la lucha y la llevó a un término completo, no porque fuese mejor general que Augusto, sino porque despreciándole los bárbaros, salieron al encuentro de los romanos y fueron derrotados. Así éste tomó algunas ciudades, y después Tito Carisio conquistó la ciudad de Lancia, que había sido abandonada, y sometió muchas otras.
Terminada esta guerra, Augusto licenció a los más veteranos de sus soldados y les concedió que fundasen una ciudad en Lusitania, llamada Emérita Augusta; para los soldados que estaban todavía en edad de servir hizo celebrar unas fiestas en el mismo campamento, ejerciendo Marcelo y Tito las funciones de ediles.
[Augusto] irritóse tanto al principio contra un tal Corocotta, bandolero hispano muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de doscientos mil sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma.
[Guerra del año 24 a.C.] Estas cosas sucedieron entonces en la ciudad dignas de memoria. En cuanto a los cántabros y astures, tan pronto como Augusto salió de España dejando como legado a Lucio Emilio, se sublevaron, y antes de que la noticia llegase a él, enviaron a decir a Lucio Emilio que pensaban regalarle trigo y otras cosas para su ejército; a los soldados que vinieron para hacerse cargo de lo prometido, los condujeron a un lugar apropiado y los asesinaron. Pero no duró mucho tiempo su gozo. Saquearon sus campos, incendiaron algunas de sus ciudades, y sobre todo, cortadas las manos a los capturados, rápidamente fueron dominados.
[Guerra del año 22 a.C.] Mientras estas cosas sucedían en Roma, por este mismo tiempo los cántabros y los ástures se lanzaron de nuevo a la guerra; éstos, por el orgullo y la crueldad de Carisio; los cántabros , porque supieron que los astures se rebelaban y porque despreciaban a su gobernador Cayo Furnio, por ser recién llegado y juzgado inexperto en sus asuntos. Pero no se demostró tal en los hechos, sino que derrotados por él ambos pueblos (puesto que socorrió también a Carisio, gobernador de los astures), fueron reducidos a la esclavitud. De los cántabros no se cogieron muchos prisioneros; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un veneno de común acuerdo, de modo que la mayor y más belicosa parte de ellos pereció. Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban y vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron en seguida.
[Guerra del año 19 a.C.] Esto hizo Augusto; uno de los ediles dimitió voluntariamente de su cargo alegando pobreza. Agripa, enviado a Roma desde Sicilia, tan pronto hubo solucionado las cosas más urgentes, recibió el mando de las Galias; pues se hacían guerra entre sí y los celtas les causaban muchos daños. Una vez compuestas las cosas aquí también, se trasladó a Hispania. Pues los cántabros hechos prisioneros en la guerra y vendidos como esclavos, asesinaron a sus dueños y se fueron a sus casas convenciendo a muchos, tomaron y fortificaron unas posiciones y se prepararon a asaltar las guarniciones romanas. Al marchar Agripa contra ellos, tuvo también algo que hacer con sus propios soldados. Pues muchos de ellos, envejecidos ya y agotados por la duración de la guerra, tenían a los cántabros como gente invencible, y no obedecían a su general. A éstos pudo reducirlos rápidamente a la disciplina con advertencias, exhortaciones y promesas pero contra los cántabros sufrió bastantes contratiempos. Pues su esclavitud con los romanos les había dado experiencia y sabían que de ser cogidos, ni tan sólo salvarían la vida. Por fin, después de perder a muchos soldados y de castigar también a muchos (entre otros, a la legión llamada Augusta le prohibió usar más este nombre), exterminó a todos los enemigos de edad militar, y a los restantes les quitó las armas y les obligó a bajar de los montes a la llanura. Sobre estas cosas ni dio cuenta al Senado ni aceptó el triunfo, a pesar de habérsele concedido por orden de Augusto, sino que se portó con su habitual moderación, y pidiéndole el cónsul su opinión sobre su hermano, no se la dio.

Así describe la guerra Floro (siglo II d.C.) en su Epitoma de la Historia de Roma
Guerra cantábrica y astúrica. En occidente se había pacificado casi toda la Hispania, fuera de la parte pegada a la falda del Pirineo y bañada por la parte de acá del Océano. Vivían allí, independientes de nuestro imperio, dos pueblos muy poderosos, los cántabros y los ástures. El espíritu belicoso de los cántabros fue el primero en manifestarse, el más encarnizado y pertinaz, y no contentos con defender su libertad, intentaban también extender su dominio sobre los pueblos vecinos, molestando con frecuentes incursiones a los vácceos, turmogos y autrigones. Así, pues, como llegó la noticia de que se redoblaba su actividad, emprendió César la campaña por sí mismo, en lugar de confiarla a otros. César en persona vino a Sesamón y estableció el campamento; de allí, abrazando toda la Cantabria con un ejército dividido en tres columnas, perseguía a aquella gente salvaje como se acosa a las fieras en un ojeo. Ni el Océano estaba quieto, sino que las espaldas de los enemigos eran batidas por la escuadra adversa. Se luchó por primera vez contra los cántabros bajo las murallas de Vellica. De aquí huyeron en seguida hacia un monte elevadísimo, el Vindio, donde creían que primero antes subirían las olas del Océano que las armas romanas. En tercer lugar, ataca con grandes fuerzas la ciudad de Aracelio. Tomada ésta, tuvo lugar por último el asedio del monte Medulo, que fué rodeado por un foso continuo de quince millas; avanzaron los romanos por todas partes a un mismo tiempo, y aquellos bárbaros, al ver llegado el fin de su resistencia, a porfía se dan la muerte con el fuego y con el hierro, en medio de una comida, con un veneno que allí se extrae comúnmente del tejo, librándose así la mayor parte de la esclavitud que a una gente hasta entonces indómita parecía más intorelable que la muerte. Recibió estas noticias César por sus legados Antistio y Furrio, y Agripa, mientras él invernaba en la costa de Tarragona. Después, presentándose él mismo, hizo bajar a unos de los montes, obligó a otros con rehenes, a otros los vendió en subasta según el derecho de guerra.
Estas cosas parecieron al Senado dignas del laurel y del carro triunfal, pero tan grande era ya César, que despreció encumbrarse más con un triunfo. Los astures por este tiempo descendieron con un gran ejército de sus nevadas montañas. Y no era a ciegas que aquellos bárbaros emprendían este ataque, sino que poniendo su campamento junto al río Esla, dividiendo el ejército en tres columnas, se preparan para atacar a un mismo tiempo los tres campamentos romanos. Y hubiera habido una lucha dudosa y cruenta, y plugo a Dios que con pérdidas iguales para los dos bandos, viniendo con tantas fuerzas, tan súbitamente y con un plan tan estudiado, de no ser por la traición de los brigecinos, quienes avisaron a Carisio y éste acudió con su ejército. Considerose una victoria haber desbaratado estos planes, aunque así y todo no fue un lucha incruenta. La poderosa ciudad de Lancia acogió los restos del ejército en derrota, y luchose en ella tan encarnizadamente, que cuando tomada la ciudad los soldados reclamaban que se le pegase fuego, a duras penas pudo conseguir el general se la perdonase, para que, quedando en pie, fuese mejor monumento de la victoria romana que incendiada. Este fué para Augusto el fin de sus trabajos bélicos, y también el final de las rebeliones de España. Conservándose fieles en lo sucesivo y gozaron de una eterna paz, gracias no sólo a su talento dispuesto para las artes pacíficas, sino también por la previsión de César, quien recelando del amparo ofrecido por los montes en los que se refugiaban, les ordenó habitar y establecerse en los campamentos situados en la llanura. Allí había el consejo del pueblo, y aquel poblado recibía los honores de capital. Favorecía esta decisión la naturaleza de la región circundante, rica en oro, malaquita, minio y abundante en otros productos. En consecuencia, ordenó que se explotase el suelo. Así los astures, esforzándose en excavar la tierra para el proyecto de otros, empezaron a conocer sus recursos y riquezas.

Así describe la guerra Orosio (390-418 d.C.) en su Historia de la Guerra contra los Paganos
En el año 726 de las fundación de la ciudad [Roma], siendo cónsules el emperador Augusto por sexta vez y Marco Agripa por segunda vez, entendiendo que a poca cosa se reduciría lo hecho en Hispania durantes doscientos años si permitía que los cántabros y los astures, los dos pueblos más fuertes de Hispania, se portasen a su albedrío, abrió las puertas del templo de Jano y salió en persona hacía Hispania con un ejército. Los cántabros y los astures forman una parte de la provincia de Gallaecia, por donde la prolongación de la cordillera pirenaica se extiende hacia el Norte, no lejos del Océano.
Estos no solo estaban decididos a defender su propia libertad, sino también se atrevían a atentar contra la de los vecinos, y en frecuentes incursiones saqueaban a los vácceos, turmogos y aurigotes. Así, pues, César puso un campo junto a Segisama, y con tres columnas de tropas abarcó casi toda la Cantabria. Agotado el ejército por una lucha larga y a menudo peligrosa, ordenó finalmente que desde el golfo de Aquitania y a través del Océano se acercase la escuadra, y cogiendo a los enemigos de improviso, desembarcase tropas. Entonces, por fin, los cántabros se reunieron bajo las murallas de Atica para una gran batalla, y, vencidos, se refugiaron en el monte Vinio, inexpugnable por naturaleza, donde asediados por el hambre perecieron casi hasta el último. Tomóse después, y se arrasó, la ciudad de Racilio, que resistió con gran empeño y por mucho tiempo. Además, las partes ulteriores de Gallaecia, que llenas de montañas y pobladas de selvas limitaban con el Océano, fueron sometidas después de grandes y penosas guerras. Pues llegaron a cercar el monte Medulio, sobre el río Miño, en el que se defendía una gran multitud de hombres, rodeándole un foso en una extensión de quince millas. Y así cuando aquella gente de natural cruel y feroz comprendió que ni era suficiente para aguantar el asedio ni capaz de emprender una batalla, corrió a una muerte voluntaria por temor a la esclavitud. Pues casi todos a porfía se mataron con el fuego, el hierro o el veneno.
Pero los ástures poniendo su campo junto al río Esla, hubieran aplastado a los romanos con sus proyectos y sus fuerzas, si no hubiesen sido traicionados y prevenidos. Mientras se preparaban para caer de repente sobre tres legados que con sus legiones estaban repartidos en tres campamentos, atacándolos con tres columnas de igual fuerza, fueron descubiertos por una traición. Atacándolos después Carisio, los venció en batalla, con no pocas pérdidas para los romanos. Parte de ellos se escapó y refugió en Lancia, y como los soldados rodeando la ciudad se preparasen a incendiarla, Carisio obtuvo de los suyos que desistiesen del incendio, y obligó a los bárbaros a que voluntariamente se entregasen. Pues se esforzaba con gran empeño en dejar una ciudad íntegra e incólume como testimonio de su victoria.
Concedió César este honor a la victoria sobre los cántabros: ordenar que se cerrasen entonces también las puertas del templo de la guerra. Y así, la segunda vez por César y la cuarta desde la fundación de la ciudad, se cerró el templo de Jano.

28.7.05

1.2.- Los Pueblos del Norte


Un simple vistazo a la distribución de los pueblos prerromanos en la península ibérica revela la gran fragmentación de los pueblos del Noroeste de la península: galaicos, ástures y cántabros. Los galaicos (callaeci) fueron divididos por Roma en Bracarenses y Lucenses; bracarenses fueron los Aebisoci, Amphiloci, Auregenses, Aquiflavienses o Turodi, Auobrigenses o Aobrigenses, Bibali, Bracari, Callaeci, Coelerni, Equaesi, Grouii, Helleni, Interamici, Leuni, Limici, Luanci, Lubaeni, Narbasi, Nemetati, Quarquerni, Seurbi y Tamagani; y entre los lucenses estaban los Albiones, Arroni, Artabri o Arrotrebae, Baedyi, Cibarci o Cabarci, Cileni, Copori, Egivarri Namarini, Iuadovi, Lemavi, Neri, Poemani, Praestamarci, Seurri y (Celtixci) Supertamarci. Los ástures se dividían, en tiempos de Roma, en Astures Transmontani et Augustani, esto es, los situados, respectivamente, al norte y al sur de la Cordillera Cantábrica. Fueron transmontanos los Lugones y Paesici; y augustanos los Amaci, Baedunienses, Brigaecini, Gigurri, Lancienses, Lugeii, Lugones, Orniaci, Selini, Superati, Tiburi y Zoelae. Las divisiones de los cántabros comprendían, como mínimo, a los Avarigoni, Blendii (= Plentusioi?), Camarici (?), Concani, Coniaci (=Coniscoi?),Corucani, Iuliobrigenses, Moroicani, Ongaviolci (Octaviolci?), Orgenomesci, Salaeni, Vadinienses y Vellici. Esta fragmentación tribal también se verá reflejada en una gran dispersión en el poblamiento.

A pesar de esta gran diversidad, muchos encontraron nexos comunes. Así lo vio Estrabón en su Geographia y dos milenios después Julio Caro Baroja en su obra "Los Pueblos de España".
Así fueron descritos los Pueblos del Norte por Estrabón (63 a.C.-21 d.C):
"Todos los montañeses son austeros, beben normalmente agua, duermen en el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres. pero luchan ciñéndose la frente con una banda. Comen principalmente chivos, y sacrifican a Ares un chivo, cautivos de guerra y caballos. Hacen también hecatombes de cada especie al modo griego, como dice Píndaro: de todo sacrificar cien. Realizan también competiciones gimnásticas, de hoplitas e hípicas, con pugilato, carrera, escaramuza y combate en formación. Los montañeses, durante dos tercios del año, se alimentan de bellotas de encina, dejándolas secar, triturándolas y luego moliéndolas y fabricando con ellas un pan que se conserva un tiempo, Conocen también la cerveza. El vino lo beben en raras ocasiones, pero el que tienen lo consumen pronto en festines con los parientes. Usan mantequilla en vez de aceite. Comen sentados en bancos construidos contra el muro y se sientan en orden a la edad y el rango. Los manjares se pasan en círculo, y a la hora de la bebida danzan en corro al son de flauta y trompeta, pero también dando saltos y agachándose, y en Bastetania danzan también las mujeres junto con los hombres cogiéndose de las manos. Todos los hombres visten de negro, sayos la mayoría, con los que se acuestan también sobre jergones de paja. Utilizan vasos de madera, igual que los celtas. Las mujeres van con vestidos y trajes floreados. En vez de moneda, los que viven muy al interior se sirven del trueque de mercancías, o cortan una lasca de plata y la dan. A los condenados a muerte los despeñan y a los parricidas los lapidan más allá de las montañas o de los ríos. Se casan igual que los griegos. A los enfermos, como antiguamente los egipcios, los exponen en los caminos para que los que la han pasado les den consejos sobre su enfermedad. Para las subidas del mar y los pantanos usaban, hasta la época de Bruto, embarcaciones de cuero, pero hoy día incluso las talladas a partir de un solo tronco son ya raras. Su sal es púrpura, pero blanca una vez molida. Éste, como he expuesto, es el género de vida de los montañeses, y me refiero a los que jalonan el flanco norte de Iberia: galaicos, astures y cántabros hasta llegar a los vascones y el Pirene; pues el modo de vida de todos ellos es semejante. Pero temo dar demasiados nombres, rehuyendo lo fastidioso de su transcripción, a no ser que a alguien le agrade oír hablar de los pleutauros, bardietas, alotriges y otros nombres peores y más ininteligibles que estos."
[...]
"Lo inculto y salvaje de aquellas tribus se explica no sólo por su vida guerrera, sino también por su sitio apartado. Siendo la navegación y los caminos hasta ellos largos, y no teniendo relaciones con otros han perdido lo sociable y humano. Pero hoy esto se nota menos a causa de la paz y de la presencia de los romanos, pero los que menos logran esa ventaja son más bárbaros y bestiales. Además el país de algunos con su pobreza y sus sierras debió aumentar tal falta de cultura. Pero ahora, como he dicho, se ha puesto fin a todas sus guerras. Porque a aquellos que aún seguían con el bandolerismo, es decir los cántabros y sus vecinos, ha domado César Augusto y en lugar de hacer daño a los aliados de Roma, ahora ellos prestan servicio militar a los romanos, los conincos y los plentuisos que habitan junto a la fuente del Ebro. Y Tiberio, su sucesor (de Augusto) puso en esta región un ejército de tres legiones, formado por Augusto, y logró hacer no sólo pacíficos, sino hasta civilizados una parte de ellos." (Geographia. Estrabón).

Estrabón considera que su modo de vida es idéntico para todos los Pueblos del Norte, tesis que también será suscrita por Julio Caro Baroja 2000 años más tarde:

"En otra parte he procurado demostrar cumplidamente que Estrabón no cometió ninguna ligereza al decir que todos estos pueblos vivían de modo análogo, aunque hubiera, como es lógico, sus matices y diferencias entre ellos".

Sus principales características son: vida económica basada en la recolección de frutos naturales, pervivencia de reminiscencias del matriarcado, sistema social basado en clases de edad, existencia de unidades sociales superiores a la familia asociadas a un territorio, habitación en castros con continuidad actual con las viviendas de las zonas montañosas de Asturias, Orense y León, uso del sayo negro, conocimiento profundo de las propiedades tóxicas y medicinales de las plantas, cultos lunares asociados a danzas, creencia en agüeros, etc. En definitiva considera a los montañeses del Norte “como un pueblo de pastores y labradores primitivos en que los caracteres arcaicos están muy marcados”.
Dice además que “La demostración de que al admitir esta área cultural trazada en la actualidad , se no se ha cometido ningún exceso se hallará al estudiar la distribución de algunos hechos etnográficos en la actualidad o época moderna.” Si bien “desde los puntos de vista lingüístico y antropológico no cabe afirmar que desde los galaicos hasta los vascones hubiera unidad” Engloba Galicia, Asturias, León, Cantabria, Vascongadas y Navarra, y encuentra en estas regiones los siguientes rasgos comunes: aperos de labranza más primitivos que el arado, el hórreo con pilotes (que es una construcción típica de pueblos agrícolas arcaicos), y el carro chillón.
Destaca que “la Vasconia ha recogido de la antigua cultura prerromana una serie de elementos de tipo material que no dejan de ser útiles. En cambio, en el territorio meridional de los ástures (Maragatería, Cabrera, etc.), se conservan las formas típicamente matriarcales de repartición del trabajo y matrimonio, así como licencias sexuales prematrimoniales de carácter marcadamente matriarcal, las prácticas medicinales del tipo que nos indica Estrabón y las sociedades de mozos.” Nosotros añadiríamos también la pervivencia de un sistema de poblamiento basado en una red tupida de aldeas autónomas, los concejos abiertos y la explotación comunal de terrenos.
En el siglo XVIII muchas ciudades pequeñas y pueblos del norte de España poseían la mayor parte y a veces toda la tierra de su vecindad, y la dividían en lotes de vez en cuando entre los hombres válidos del lugar. Este sistema comunal (o, como es llamado a veces, colectivista) de posesión de la tierra condujo con frecuencia a las municipalidades a embarcarse igualmente en otras actividades comunales. Como ilustración de la forma de trabajar de estas comunidades, se expone un extracto de una autobiografía inédita de un cura liberal, don Juan Antonio Possé (copiada por don Gumersindo de Azcarate en Vestigios del primitivo comunismo en España, publicado en Boletín libre de enseñanza, agosto 1883) en el que describe el pueblo de Llánabes de la provincia de León en los años 1790-1793:
“La administración es admirable. El cirujano, el pastor de ganados, el herrero, la tienda del boticario, las indulgencias o bulas papales, las letanías, etc., todo era provisto gratuitamente por la municipalidad. La sal, las semillas para la siembra y todo lo que resta de los bienes propios es dividido entre el pueblo justa y equitativamente. Todas las tierras son comunes y son repartidas cada diez años por lotes y en iguales porciones entre todos los vecinos del lugar [ ... ] Sólo hay un mayorazgo en el pueblo.”

Sin embargo, Julio Caro Baroja considera que “puede marcarse una línea que señale diferencias considerables dentro de este ámbito general al oeste de la provincia de Vizcaya, dejando a un lado el territorio de habla vasca y al otro los de habla romance (leonés y gallego en conjunto)." Asimismo, Julio Caro Baroja, separa la región de León del Antiguo Reino de León castellanizado. al que trata de forma conjunta con Castilla la Vieja.

Miguel Novo Guisán, en su obra Los Pueblos Vasco-Cantábricos y galaicos en la Antigüedad Tardía. Siglos III-IX, estudia a los Pueblos del Norte, su proceso de romanización, germanización y fases iniciales de la formación del Reino Asturleonés.

Es interesante observar que, como veremos más adelante, galaicos y ástures compartieron instituciones durante el Alto Imperio Romano y fueron englobados en la provincia de Gallaecia en la división romana bajoimperial. Parece ser que durante la ocupación visigoda, Gallaecia incluía a galaicos, ástures y cántabros. Orosio, autor hispanorromano del siglo V d.C. afirma en su Historia de la Guerra que "Cántabros y los Ástures forman parte de la provincia de Gallaecia", San Isidoro "Situados en Gallaecia: Cantabria, Asturia" o Porfirio "Cantabria que está en Gallaecia". Así no es de extrañar que cronistas árabes denominaran "Reino de Galicia" al Reino Asturleonés y gallegos a sus habitantes.
Narra Ibrahim (b. Ya´qub al-Turtusi): “el país de los gallegos es todo el llano, predominando en su suelo la arena; supone su mayor fuerza el mijo y el sorgo, y su afición entre las bebidas por el jugo de manzana, bebida que se toma en pequeña cantidad. Su gente es traidora y de natura vil; no se limpian ni se lavan al año más que una o dos veces, con agua fría. No lavan sus vestidos desde que se los ponen hasta que, puestos, se hacen tiras; creen que la suciedad que llevan de su sudor proporciona bienestar y salud a sus cuerpos. Por otra parte sus ropas son en extremo delgadas, hechas jirones, mostrando por entre las aberturas lo más de su cuerpo. Tienen gran valor, no admiten la huída en el encuentro en la guerra, y consideran apropiada la muerte en su puesto”.
Como veremos más adelante, una alianza ástur-cántabra dará lugar al Reino de Ástures a partir de la Batalla de Covadonga, adquirirá conciencia de reino en expansión con la participación de los galaicos, será denominada Reino de León al trasladarse su capital desde Oviedo a esta ciudad de la Asturia Cismontana, y pretenderá gobernar toda Hispania expandiéndose hacia el Sur y creando alianzas con otros reinos cristianos al considerarse sus reyes legítimos sucesores de los reyes de Toledo. El Reino Asturleonés surgirá como el estado de los Pueblos del Norte.

27.7.05

1.1.- Etnogénesis de la península ibérica. Los antiguos pueblos.

El proceso de etnogénesis o de formación de los antiguos pueblos de la península ibérica alcanza su punto álgido durante la Edad de Bronce Final y la Edad de Hierro en el primer milenio a. C. Durante ese periodo las principales influencias serán:

Influencia mediterránea: Origen en focos coloniales fenicios, griegos, púnicos y romanos. La conquista romana supone el final del proceso. Trajo consigo la difusión de formas úrbanas y el uso del hierro. A comienzos del primer milenio, Tartessos se convierte en el foco cultural más importante de la península que además mantuvo contactos atlánticos. A partir del VI a.C. comienza la cultura ibérica, consecuencia de los estímulos coloniales mediterráneos que influyó progresivamente en el interior. Afectan a las regiones meridionales andaluzas y el Levante peninsular.

Influencias atlánticas: Origen en los contactos comerciales entre las regiones ribereñas atlánticas europeas: Islas Británicas, Bretaña Francesa, etc. que se remontan al Neolítico. Se iran amortiguando al tiempo que se incrementa la influencia centroeuropea. Afectan a las zonas costeras cantábricas, franja septentrional portuguesa, área occidental de Andalucía (Tartessos) y de la Meseta y se fundamente en el comercio de metales.

Influencia centroeuropea: Penetración de la Cultura de Campos de Urnas (1300-1200 a.C.) caracterizada por el ritual de cremación y la introdución de una organización social de tipo gentilicio. Alcanzan inicialmente todo el NE peninsular. Posteriormente "los Campos de Urnas de la Meseta", sustrato de los celtíberos, se expandirá desde el Sistema Central y la zona oriental de la Meseta hacia el norte y occidente, en un proceso interrumpido por la Conquista Romana.


De acuerdo a la incidencia de estas influencias y su sustrato previo, podemos distinguir las siguientes regiones:

Andalucía Oriental y Sur de Portugal
. La influencia tartéssica (que conocía la escritura) se mantiene hasta el 500 a.C. y da paso a la Cultura Turdetana, la más avanzada de la península.
Pueblos: turdetanos.
Levante y Sureste. Recibe influencias de Cogotas y Campos de Urnas. A partir del 600 a.C. comienza la Cultura Ibérica, que difunde el uso del hierro, el torno, y las casas de planta cuadrada. Los poblados tienden a organizarse en oppida, grandes poblaciones fortificadas, que derivan en ciudades-estado.
Pueblos: Bastetanos, oretanos, contestanos y edetanos.

Noreste. Cataluña, valle del Ebro y zona norte levantina. Presencia de la Cultura de Campos de Urnas. Es afectada por el proceso de iberización a partir de mediados del VII a. C.
Pueblos: Ilergavones, Cosetanos, Ilergetas, Layetanos, Iacetanos, Indiketas, Ausetanos, y Cerretanos.

Meseta. Actúa como zona de contacto cultural, generando tendencias centrífugas a las regiones periféricas. Distingue una zona occidental, abierta a los contactos atlánticos y una zona oriental, abierta a los contactos mediterraneos. Durante el Bronce es solar de la cultura de Cogotas, de base pastoril y con armas e instrumentos atlánticos. En torno al VIII a. C. surge el grupo de Soto de Medinilla en la cuenca media del Duero, caracterizado por poblados con una o varias líneas de muralla asociadas a fosos con pequeñas cabañas circulares de adobe, con banco corrido adosado al muro y cubierta cónica vegetal. A partir del VI a.C. surge en torno al Sistema Ibérico el núcleo esencial de los Celtíberos, o celtas iberizados, que reciben influencias de Campos de Urnas, como el rito de incineración y la organización social gentilicia. Habitan en castros que controlan pequeños territorios explotados comunalmente. Son grupos de pastores-guerreros que se expanden hacia el Norte y Occidente atlánticos, regiones con un sustrato indoeuropeo más arcaico pero afín. Hacia el III a.C. se organizan en oppida.
Los vettones, relacionados con los lusitanos, tenían una estructura pastoril muy primitiva. Durante el proceso de celtiberización comienzan a construirse poblados fortificados dotados de fosos, murallas y torres denominados castros y comienzan a incinerar a sus muertos. Una de las manifestaciones artísticas de los vettones son los verracos, esculturas de toros y cerdos, e incluso en algunas ocasiones, jabalíes, que se hallan esparcidas por todo su territorio.
Los vacceos ocuparon la parte central de la Meseta Norte. Aunque fuertemente celtiberizados mantenían una economía agraria de tipo comunal, correspondiente a un sustrato indoeuropeo arcaico aunque más evolucionado que las estructuras socioeconómicas más occidentales.
Pueblos: celtíberos (titos, belos, lusones, arévacos, pelendones), carpetanos, vacceos, vettones.

Occidente, Noroeste y Norte. Zonas aisladas a las que tardan en llegar el hierro y las formas de vida urbanas. Se mantienen desde la Edad de Bronce importantes contactos atlánticos que empiezan a disminuir sobre el 700 a.C. en el que se produce una transición a la Cultura Castreña del Noroeste en el territorio correspondiente a galaicos y ástures. Ésta se caracteriza por pequeños poblados en altura formados por cabañas circulares con zócalos de piedra, cultura que alcanzaría su máximo esplendor después de la Conquista Romana.
La estructura socioeconómica es muy primitiva, con una sociedad organizada por clases de edad (sistema anterior a los clanes gentilicios) y que explotaban colectivamente la tierra, aunque ástures y cántabros, al verse afectados progresivamente por el proceso de celtiberización, adoptarán durante la romanización este sistema gentilicio.
Se conservan restos de matriarcado, dedicándose las mujeres al campo y la casa, mientras que los hombres se ocupaban de la ganadería y el pillaje.
En el Pirineo Occidental vivían pueblos de origen no indoeuropeo, con formas de vida muy primitivas. Su marginalidad y el apoyo prestado a Roma contra los celtíberos permitieron su pervivencia hasta nuestros días.
Pueblos: lusitanos, galaicos, ástures, cántabros y vascones.

1.- Los Pueblos del Norte y el Reino de León

1. Los Pueblos del Norte y el Reino de León
Cuando Roma entró en Hispania encontró un mosaico de pueblos. Cronistas como Estrabón percibieron una relativa unidad de los Pueblos del Norte: galaicos, ástures, cántabros,...hasta los vascones del Pirineo. Galaicos, ástures y cántabros vivían en pequeños aldeas fortificadas o castros, que controlaban su pequeño territorio circundante, habitados por una sociedad organizada por clases de edad. Este sistema es anterior a las clases sociales de los clanes gentilicios que fue introducida en un proceso de celtiberización interrumpido con la Conquista Romana. Mantenían la explotación colectiva de la tierra como los primitivos indoeuropeos, costumbre conservada en las tradiciones comunales de la Península Ibérica casi hasta la actualidad (y muy especialmente en la Región Leonesa). Este sistema prerromano se manifiesta en un tipo de poblamiento autosuficiente. 2000 años más tarde esta relativa unidad de los Pueblos del Norte fue percibida por Julio Caro Baroja, que en su obra "Los Pueblos de España" dedicó un capítulo entero a Galicia, Asturias, León, Cantabria, País Vasco y Navarra.Los Pueblos del Norte fueron los últimos pueblos en ser conquistados por los romanos, proceso cuya etapa final son las Guerras Ástur-Cántabras del 26 al 19 a.C. Causaron también serios problemas a suevos y visigodos y fueron los impulsores del Reino de los Ástures durante la Invasión Musulmana. Un núcleo de resistencia ástur-cántabro asentado en los Picos de Europa, aglutinaría después, no sin resistencia, a galaicos y vascones. Progresivamente, el centro de poder del reino se acercará a occidente, con una notable influencia de la nobleza gallega.El Reino de Oviedo se expande hasta el Duero, y se busca una nueva capital más al sur para el reino. La elección de Astorga implicaría la recuperación de la antigua capital de los ástures, por lo que su elección parecería lógica; sin embargo León, con sus imponentes murallas, que fue sede de la Legio VII y el único foco de control militar romano en la península ibérica y norte de África durante siglos, es seleccionada finalmente. La capital regia se traslada de Oviedo a León y comienza así la etapa del Reino de León. Es interesante observar que durante el Bajo Imperio Romano, galaicos, ástures y cántabros fueron englobados en la provincia de la Gallaecia, y que el reino iniciado por estos pueblos (con sucesivas capitales en Cangas de Onís, Pravia, Oviedo y León) fue denominado Reino de Galicia por cronistas musulmanes y europeos.

21.7.05

Indice


Indice de la Historia de León

1.- Los Pueblos del Norte y el Reino de León.

1.1.- Etnogénesis de la península ibérica. Los Antiguos Pueblos.

1.2.- Los Pueblos del Norte.

1.3.- La Conquista Romana del Norte de Hispania.

2.- Asturia bajo el Imperio Romano, el Reino Suevo y el Reino Visigodo.

2.1.- Los Ástures.

2.2.- La Romanización.

2.3.- Suevos y Visigodos.

2.4.- La Religiosidad.

3.- El Reino Asturleonés (718-1037)

3.1.- La Monarquía Asturleonesa

3.2.- La Dinastía Ástur en su Corte de Oviedo

3.3.- La Expansión hacia el Valle del Duero: La Repoblación de León y Astorga

3.4.- León: Sede Regia

3.5.- Expansión y Declive: de Ramiro II a las Revueltas Nobiliarias de Bermudo II

3.6.- Alfonso V: Las Relaciones con Al-Andalus

3.7.- Vermudo III: El Nacimiento del Reino de Castilla

4.- La Dinastía vascona del Reino de León (1037-1230).

4.1.- Fernando I y la unión del Reino de León y el Condado de Castilla

4.2.- La expansión hacia el sur: Alfonso VI y la conquista de Toledo

4.3.- Urraca y Alfonso VII: el Imperium leonés

4.4.- León, reino independiente: Reyes privativos de León: Fernando I y Alfonso IX.

4.5.- La unión definitiva con Castilla

5.- El Reino de León en Corona de Castilla Medieval. (1230-1474).

5.1.- De Fernando III a Sancho IV

5.2.- Las Minorías Reales

5.3.- La Implantación de la Dinastía Trastámara: León baluarte petrista

5.4.- León en el Siglo XV

5.5.-El Reino de León tras el año 1230

5.6.- La Bandera Medieval del Reino de León

6.- El Reino de León durante el Antiguo Régimen

6.1.- El Reino de León en el seno de la Corona de Castilla hasta el fin del Antiguo Régimen

6.2.- La pervivencia de las estructuras administrativas, sociales y económicas medievales del Reino de León

6.3.- ¿Qué quedó del Reino de León medieval?

1.- Los Pueblos del Norte y el Reino de León.

Cuando Roma entró en Hispania encontró un mosaico de pueblos. Cronistas como Estrabón percibieron una relativa unidad de los Pueblos del Norte: galaicos, ástures, cántabros,...hasta los vascones del Pirineo. Galaicos, ástures y cántabros vivían en pequeños aldeas fortificadas o castros, que controlaban su pequeño territorio circundante, habitados por una sociedad organizada por clases de edad. Este sistema es anterior a las clases sociales de los clanes gentilicios que fue introducida en un proceso de celtiberización interrumpido con la Conquista Romana. Mantenían la explotación colectiva de la tierra como los primitivos indoeuropeos, costumbre conservada en las tradiciones comunales de la Península Ibérica casi hasta la actualidad (y muy especialmente en la Región Leonesa). Este sistema prerromano se manifiesta en un tipo de poblamiento autosuficiente. 2000 años más tarde esta relativa unidad de los Pueblos del Norte fue percibida por Julio Caro Baroja, que en su obra "Los Pueblos de España" dedicó un capítulo entero a Galicia, Asturias, León, Cantabria, País Vasco y Navarra.
Los Pueblos del Norte fueron los últimos pueblos en ser conquistados por los romanos, proceso cuya etapa final son las Guerras Ástur-Cántabras del 26 al 19 a.C. Causaron también serios problemas a suevos y visigodos y fueron los impulsores del Reino de los Ástures durante la Invasión Musulmana. Un núcleo de resistencia ástur-cántabro asentado en los Picos de Europa, aglutinaría después, no sin resistencia, a galaicos y vascones. Progresivamente, el centro de poder del reino se acercará a occidente, con una notable influencia de la nobleza gallega.
El Reino de Oviedo se expande hasta el Duero, y se busca una nueva capital más al sur para el reino. La elección de Astorga implicaría la recuperación de la antigua capital de los ástures, por lo que su elección parecería lógica; sin embargo León, con sus imponentes murallas, que fue sede de la Legio VII y el único foco de control militar romano en la península ibérica y norte de África durante siglos, es seleccionada finalmente. La capital regia se traslada de Oviedo a León y comienza así la etapa del Reino de León. Es interesante observar que durante el Bajo Imperio Romano, galaicos, ástures y cántabros fueron englobados en la provincia de la Gallaecia, y que el reino iniciado por estos pueblos (con sucesivas capitales en Cangas de Onís, Pravia, Oviedo y León) fue denominado Reino de Galicia por cronistas musulmanes y europeos.

2.- Asturia bajo el Imperio Romano, el Reino Suevo y el Reino Visigodo.

Para Julio Caro Baroja, precursor de los estudios etnógráficos de la Península Ibérica, la “clave de la regionalidad” no estaba en los “reinos, condados y señoríos” sino en las “condiciones sociales, económicas y lingüísticas previamente existentes”. Así, cuando estudia la Región Leonesa, separa el territorio correspondiente al sur de la antigua Asturia del resto que denomina "Antiguo Reino de León castellanizado", territorio este que se correspondería con la antigua Vettonia. Este territorio sureño de la Asturia se convertirá, a comienzos del Antiguo Régimen, en el reducto del Reino de León. Se hace entonces evidente que, para conocer los rasgos culturales esenciales de la región leonesa, es necesario el estudio previo del Pueblo Ástur. Los ástures eran un conjunto de tribus que habitaban gran parte del territorio de las actuales provincias de Asturias, León, Zamora y partes de Orense y Portugal. Su nombre parece proceder de la raíz indoeuropea “-stour” que significa río, y éste fue el Ástura, que durante la Edad Media fue denominado Éstula y actualmente Esla. Durante la ocupación romana, los territorios galaico y ástur son inicialmente incluidos en la provincia de Lusitania, aunque luego son incorporados a la provincia Tarraconense. Con el emperador romano Vespasiano (69-79 d.C.) se crean unas demarcaciones administrativas denominadas Conventos Jurídicos. Los conventos jurídicos en el Noroeste de la península son el Lucense y Bracarense (correspondientes a la Gallaecia), y el Ástur (correspondiente a la Asturia). Los tres están al mando de un único Legado Jurídico, situación que es distinta en el resto de la Tarraconense (conventos Cartaginense, Tarraconense, Caesaraugustano y Cluniense). Desde finales del siglo II, este Legado Jurídico, residente en Asturica Augusta (Astorga) es además jefe de la Legio VII. Astorga era la cabeza administrativa de todo el Noroeste, y León constituía el centro de control militar romano en toda la península y norte de África. Con la reorganización realizada por Diocleciano (284-305), se crea la provincia de Gallaecia, que incluye las entidades territoriales de Gallaecia y Asturia; todavía hoy no está claro si la capital era Astorga o Braga. Los visigodos mantienen la división de Hispania realizada por Diocleciano, existiendo las siguientes provincias: Lusitania, Bética, Gallaecia, Cartaginenese, Tarraconense y Narborense, situándose al frente de cada un dux provinciae. La capital de Gallaecia durante este periodo es Lucus o Lugo. Más adelante se añaden otras dos ducados más: Asturia con capital en Astorga y Cantabria con capital en Amaya. Asturia como entidad administrativa sobrevive hasta la llegada de los musulmanes en el año 711. Cuando el Reino de los Ástures con capital en Oviedo busca un nuevo centro político al sur, se debate entre los dos principales centros políticos de la Asturia: Astorga, la antigua capital de la Asturia, o León, antigua sede de la Legio VII.

3.- El Reino Asturleonés. (718-1037).

Ante la debilidad del reino visigodo de Toledo se produce la ocupación musulmana. Su ataque se dirige a los centros de poder visigodos, incluyendo éstos a Lugo, Astorga y Amaya, capitales de los ducados de Galicia, Asturia y Cantabria respectivamente. En estos momentos se produce una rebelión de nobles de la zona, liderados por el misterioso Pelayo, que estallaría a partir de la legendaria Batalla de Covadonga (año 718). Según algunas crónicas, Pelayo sería hijo de un duque (posiblemente de Asturia); esta tesis se reforzaría teniendo en cuenta la pretensión del gobernador musulmán en Asturias, Munuza, de casarse con la hermana de Pelayo, así como el matrimonio de la hija de Pelayo con el hijo del duque de Cantabria, el futuro Alfonso I, que sellaría una alianza cantabro-ástur que daría lugar al Reino de los Ástures con capital en Cangas de Onís. En realidad, Alfonso I será el verdadero fundador del reino, y no Pelayo. Ataca los centros políticos al norte del Duero, desmantelando administrativamente el gobierno musulmán en este territorio. Este proceso es facilitado por la rebelión de los bereberes que controlaban Galicia contra los árabes. Silo traslada la capital a Pravia y el reino se extiende a Galicia. Alfonso II muda la capital a Oviedo y el reino pretende legitimarse afirmando que es la continuación del reino visigodo. En esta época se produce el descubrimiento de la supuesta tumba de Santiago. Durante este periodo se establecen muy buenas relaciones con el reino franco. Ordoño I refuerza el sistema defensivo del reino reedificando Astorga, León y Tuy, y Alfonso III lleva la frontera hasta el Duero. García I traslada la capital a León en el año 910, mientras gobierna su hermano Ordoño en Galicia y su hermano Fruela en Asturias. Ordoño II confirma la capitalidad leonesa y fomenta relaciones cordiales con el reino de Pamplona. Durante el reinado de Alfonso V se promulga el Fuero de León, el primer fuero municipal del que todos los demás pueden considerarse derivados o variantes. Mientras, el rey navarro Sancho III el Mayor busca expandirse a costa del territorio oriental del Reino de León, convirtiéndose en Conde de Castilla y con pretensiones sobre Campos.

4.- La Dinastía vascona del Reino de León (1037-1230).

El hijo de Sancho III el Mayor, Fernando, hereda el título de conde de Castilla y se enfrenta al rey de León, Bermudo III, por la disputa de Tierra de Campos. Bermudo III muere en la batalla de Tamarón, y Fernando se convierte en rey de León por su matrimonio con Sancha, hermana de aquél. Comienza con Fernando I el periodo navarro del Reino de León. De acuerdo al derecho sucesorio navarro, su primogénito Sancho hereda Castilla, surgiendo así este reino, mientras que Alfonso hereda León, y García Galicia. Sancho se hace con el gobierno de los tres reinos siendo sucedido, a su muerte en el cerco de Zamora, por Alfonso VI. Éste conquista Toledo y su reino en 1085 y se hace titular Emperador de España. Antes de morir, planifica el enlace de su hija Urraca con Alfonso I el Batallador, rey de Aragón. Sin embargo, esta alianza leonesa-aragonesa no fragua y se convierte en enfrentamiento. El concepto imperial de España alcanzaría su esplendor con Alfonso VII, Rey de León y Emperador de España, al que rinden vasallaje los reinos de Aragón, Navarra, Portugal, Zaragoza y los condados de Cataluña, Tolosa, Urgel y Gascuña. El reino de Portugal mantiene su vasallaje a Alfonso VII hasta la muerte de éste, pero pronto alcanzará la independencia. La idea imperial leonesa también desaparece con el Emperador. Sancho, el primogénito, recibe los reinos de Toledo y Castilla, mientras que Fernando recibe los de León y Galicia. En esta herencia también son modificados los límites entre los reinos de León y Castilla, desplazándose a occidente e incorporando Tierra de Campos a este último. Este territorio se convertirá en motivo de conflicto permanente entre ambos reinos. El hijo de Fernando II, Alfonso IX, será el último rey privativo de León. Durante su reinado se consagró con toda solemnidad la iglesia de Santiago Apóstol en Compostela, cuya obra fue dirigida por el maestro Mateo. Se inician también las obras de la catedral de León, sobre la iglesia de Santa María y se crea la Universidad de Salamanca, creada para que los leoneses no tuvieran que salir a estudiar fuera de su reino. Aproximadamente en 1188 se celebró en la iglesia de San Isidoro de León una curia extraordinaria en la que, además de asistir la nobleza y el clero, asistieron representantes elegidos por los municipios, por lo que se consideran as primeras cortes representativas europeas y posible embrión de las cortes democráticas. A su muerte entrega el reino a sus hijas Sancha y Dulce, que lo ceden, a cambio de una importantísima compensación económica, a su hermano Fernando, rey de Castilla.

5.- El Reino de León en Corona de Castilla Medieval. (1230-1474).

Fernando III une en 1230 la Corona de León (formada por los Reinos de Galicia, Asturias y León y el territorio de Extremadura) con la Corona de Castilla (formada por los Reinos de Castilla y Toledo, y el Señorío de Vizcaya) . Más tarde conquista y añade a su corona los reinos de Córdoba (1236), Murcia (1243), Jaén (1245) y Sevilla (1248). Los Reyes Católicos incorporarán Granada en 1492 y Navarra en 1512. Sin embargo, cada uno de estos reinos conserva su nombre y entidad, y muy especialmente el Reino de León, que conserva su pendón, sus costumbres, sus leyes y continúa siendo una entidad administrativa hasta el siglo XIX. El escudo de esta corona de reinos combina los pendones de León y Castilla. Sin embargo, la unidad de la Corona leonesa con la castellana corrió grave peligro en varias ocasiones en los convulsos años de finales del siglo XIII: el infante Juan llegó a pretender reinar sobre Galicia y León, situación que se repite en 1319. Durante todo el siglo XIII, leoneses y castellanos celebran sus respectivas Cortes por separado. En el siglo XIV comienzan a imponerse las Cortes conjuntas, pero se continuó dando ordenamientos a los concejos de León muy distintos de los de Castilla. De todas formas, se siguieron convocando Cortes por separado de forma esporádica. En 1295, 31 ciudades de los reinos de Galicia y León se organizaron en una hermandad que se reunía anualmente en la ciudad de León. Su sello incluía la figura del león del reino y una representación del apóstol Santiago a caballo. Las principales atribuciones de la hermandad fueron la administración de justicia y el mantenimiento del orden, llegando en ocasiones a usurpar las funciones de los oficiales reales. Herederos de estas agrupaciones fueron los irmandiños gallegos, que provocaron fortísimas revueltas sociales en la segunda mitad del siglo XV. Continuarán existiendo dos cancillerías, la de León y la de Castilla y cuatro notarías: León, Castilla, Toledo y Andalucía. En 1295 las notarías se reducen a dos: las de León y Castilla. En el Reino de León, durante mucho tiempo, los pleitos eran sentenciados siguiendo el Fuero Juzgo, muy probablemente en el Locus Apellationis de la Catedral. Los merinos mayores eran oficiales públicos de categoría superior en cuyas personas delegaba el rey gran parte de su autoridad. Tuvieron competencias muy amplias sobre todo el reino leonés. Ya aparecen documentados en el siglo XII, y Fernando III los estableció por separado en León y en Castilla, y, más tarde, en Galicia y en Murcia. El Adelantamiento Mayor del Reino de León sustituyó a la correspondiente Merindad Mayor, aunque poco a poco vio cómo se iba reduciendo el territorio sometido a su jurisdicción, hasta que en el siglo XV quedó limitado a los límites de la actual provincia de León, y algo más de la mitad norte de la de Zamora. Asturias fue desgajada del Adelantamiento del Reino en el año 1402. Su sede era itinerante aunque a mediados del siglo XVII acabó agregándose al Corregimiento de la ciudad de León.

6.- El Reino de León durante el Antiguo Régimen.

Hemos visto anteriormente que el Reino de León, continuó siendo una entidad administrativa y fiscal en el seno de la Corona de Castilla y así continuó siendo hasta el fin del Antiguo Régimen en el siglo XIX. Felipe II, en 1575, en sus “relaciones de los pueblos de España” realiza un censo de estos pueblos solicitándoles que respondan a qué reino de los siguientes pertenece: Castilla, León, Galicia, Toledo, Granada, Murcia, Aragón, Valencia, Cataluña o Navarra. Encontramos además que en documentos oficiales, bercianos, sanabreses, parameses, zamoranos, etc. se reconocen, hasta el siglo XIX, como habitantes del Reino de León. En cuanto a su delimitación, el Reino de León se fragmenta y reduce de forma que en mapas correspondientes a los siglos XVI y la primera mitad del XVII la Cordillera Cantábrica sirve de frontera con el Principado de Asturias, el río Burbia con el Reino de Galicia y los ríos Duero y Pisuerga con Castilla la Vieja. A partir de la segunda mitad del XVII, el límite sur se extiende a la Sierra de Francia. A finales del siglo XVIII, los límites del Reino de León se ajustan a las provincias de León, Zamora, Toro, Palencia, Valladolid y Salamanca. Estas provincias han evolucionado a partir de los territorios asignados a cada ciudad con representación en las Cortes a partir del siglo XVI. Con los Borbones se crearán intendencias con competencias económicas y civiles (a cargo de un intendente) y políticas y judiciales (a cargo de un gobernador), creándose unas y desapareciendo otras y cambiando su delimitación a lo largo de los siglos hasta convertirse en las provincias actuales. Hasta el fin del Antiguo Régimen podemos rastrear cargos como el Adelantado Mayor del Reino de León con funcionarios tales como el Fiscal del Tribunal y el Receptor de ejecuciones del Real Adelantamiento. Otros cargos son el Alcalde Mayor del Reino de León, el Alguacil Mayor del Real Adelantamiento, el Intendente General del Reino de León, el Procurador General y Defensor de Pobres, viudas y huérfanos del Reino de León, el Administrador de millones del Reino de León, Subdelegado de Montes del Reino de León, el Sargento Mayor del Reino de León y el Alférez Mayor del Reino de León, el cual tenía como principal cometido el “alzamiento de pendones“. Ésta es una vieja ceremonia que se documenta desde el siglo XV, consistía en la proclamación de cada nuevo soberano que accedía a la corona española como Rey de León: “León y todo su Reino por el Rey don ...” Este cargo recaía en el Regidor de León hasta su supresión en 1834 al crearse el Ayuntamiento Constitucional. Todas estas instituciones fueron liquidadas en 1834. Es entonces cuando se establecen las provincias actuales y se delimitan los antiguos reinos de acuerdo a las nuevas provincias, aunque esta vez sin entidad administrativa. En el Artículo 2 del Real Decreto de 30/11/1833 el Reino de León corresponderá a las provincias de León, Zamora y Salamanca.

7.- León en la Historia Contemporanea.

El 24 de abril de 1808 los leoneses se alzan contra los franceses mientras que los madrileños lo harán el 2 de mayo, momento en el que se considera que comienza la Guerra de Independencia. La resistencia se organiza en 13 juntas provinciales, como poderes revolucionarios, soberanos y autónomos, que se enfrentan al Consejo Real. Con objeto de constituir una Junta Central se ratifica, el 10 de agosto, el Tratado de unión entre los reinos de Castilla, León y Galicia. Surge una confrontación entre la Junta de León y la Capitanía de Castilla la Vieja por el intento de ésta de disolver e incorporar a aquella, produciéndose la máxima tensión cuando el capitán general detiene a los delegados de la Junta de León que iban a incorporarse a la Junta Central. El conflicto es resuelto por la Junta Central que arresta al capitán general y ordena que se admitan los diputados en representación del Reino de León. La Guerra finaliza con la retirada de España de José Bonaparte en el verano de 1813. Durante la Guerra de la Independencia, la Junta Central convoca Cortes en la ciudad de Cádiz cuyo acto inaugural se celebra en septiembre de 1810. León envió a las Cortes de Cádiz siete diputados, cinco en representación de la provincia y reino de su nombre, uno de la Junta y otro de la capital, por tener esta ciudad voto en Cortes. En el artículo 10 de la Constitución de Cádiz de 1812 se enumeran la división territorial española entre la que se incluye a León junto al resto de reinos españoles. En el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 se establecen las provincias actuales como las entidades administrativas superiores en las que se divide España. En su artículo 2 se delimitan los antiguos reinos: La Andalucía con los reinos de Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla, Aragón, Principado de Asturias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Extremadura, Reino de León, Reino de Murcia, Reino de Valencia, Navarra, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, Islas Baleares e Islas Canarias. "El reino de León [se divide] en las [provincias] de León, Salamanca y Zamora". Durante la 1ª República, la Comisión Provincial de León reclama la creación de un estado autónomo leonés ya que el preámbulo constitucional manifestaba que los estados se harían según los antiguos reinos, oponiéndose a su integración en el estado de Castilla la Vieja, que junto al estado de Castilla la Nueva configuraban el estado federal castellano. Posteriormente, durante la 2ª República, León figura en el artículo 10 del Tribunal de Garantías Constitucionales, al igual que el resto de las regiones históricas españolas (excepto Cataluña que cuenta con estatuto de autonomía), en la relación de regiones no autónomas. En plena guerra civil en Asturias se produjo una situación autonómica al margen de la prevista en la Constitución de 1931: debido a las circunstancias bélicas, el aislamiento territorial y la presión popular se refrenda y reconoce por el Decreto de la Presidencia del Consejo de Ministros de 23 de diciembre de 1936 el Consejo Interprovincial de Asturias y León que tuvo su sede en Sama de Langreo y, al parecer, se planteó la necesidad de un Estatuto de Autonomía regional. Llegó a emitir moneda propia y el Consejo asumió la plena responsabilidad del mando en el territorio de su autoridad. Todo acabaría con la ocupación de Gijón el 20 de octubre de 1937.