Historia de León

12.9.05

4.5.- La unión definitiva con Castilla

La separación de Alfonso IX de sus dos esposas por orden papal no creó, sin embargo, ningún problema sucesorio hasta 1214 pues en el heredero, Fernando, hijo de Teresa de Portugal (vid esquema genealógico de la Casa de Borgoña), recaía toda la legitimidad dinástica quedando relegado a un segundo lugar su hermano homónimo, Fernando, hijo de Berenguela de Castilla.
La muerte del primero de estos dos infantes, Fernando, hijo de Teresa, en agosto de 1214, reabre la cuestión pues, mientras, en Castilla se educaba el otro vástago varón del rey de León, ciertamente implicado en los asuntos de este territorio donde la muerte de Alfonso VIII y la sucesión de Enrique I, un niño cuya tutela se convirtió en objetivo prioritario del linaje Lara hasta el punto de enfrentarse con la regente Berenguela y de buscar una alianza con León a través de una propuesta matrimonial que no llegó a fraguar y que habría supuesto el alejamiento del trono del futuro Fernando III: el desposorio de Enrique I de Castilla y Sancha, hija de Alfonso IX y Teresa de Portugal, considerada por muchos caballeros leoneses como la legítima heredera del monarca, anteponiendo sus derechos a los del nieto de Alfonso VIII.
La muerte inesperada de Enrique I forzó al leonés a replantearse el fruto de la corona pues, a principios de julio de 1217, Fernando, hijo de Alfonso IX, es proclamado nuevo monarca de Castilla en Valladolid. Su padre, consciente de cómo al final ambos estados, separados en 1157, terminarán por unirse en la cabeza de su hijo, trató vanamente de encontrar una fórmula que permitiera la independencia de León pero demasiados intereses comunes, Alfonso IX lo sabía, enlazaban los dos territorios y, además, tal y como le recordaba constantemente el Papa Honorio III, Fernando III estaba reconocido como su sucesor en el trono “según la costumbre del reino” tal y como recogen Luis Suárez y Fernando Suárez (1993).
El fallecimiento del soberano leonés aconsejó la entrada del ahora rey de Castilla en los estados paternos donde, salvo algunos nobles como Diego Froilaz o Rodrigo Fernández “El Feo” que apoyaban los derechos de las infantas Sancha y Dulce, tanto los magnates como la mayoría de los obispos y los representantes de las ciudades le aceptaron y aclamaron, en octubre de 1230, como nuevo señor de León.
Antes de finalizar el año, se reunieron las dos mujeres de Alfonso IX: Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, en Valencia, proponiendo un acuerdo que será aceptado y firmado el 11-diciembre-1230, en Benavente, por el que las infantas Sanchas y Dulce renuncian al trono en beneficio de su hermanastro a cambio de una generosa renta anual y otras prebendas patrimoniales. Dos reinas de León consiguieron la paz y la unidad (J. GONZÁLEZ (1980), I: 255 y ss).
En 1217 el heredero de Alfonso IX recibía la corona de Castilla, trece años más tarde unía ambos estados de nuevo. Así el destino quiso que un príncipe leonés se sentara en el trono castellano y que el rey de Castilla sucediera en el territorio de León.

En 1204, año en el que el matrimonio de sus padres fue anulado por Roma, al futuro San Fernando parecía reservarle la historia un papel secundario, incluso comprometido pues su padre ya tenía un sucesor varón y para el nieto de Alfonso VIII de Castilla se pactó, únicamente, un extenso patrimonio entre ambos reinos pero supeditado siempre al monarca leonés.La muerte de dos príncipes: Fernando de León y Fernando de Castilla y de un rey, Enrique I, unidas a la renuncia de una soberana, Berenguela, condujeron hasta las gradas del trono al hombre destinado a unificar la herencia del emperador Alfonso VII: Fernando III, señor de Castilla primero y de León después.