Historia de León

7.8.05

3.7.- Vermudo III: El Nacimiento del Reino de Castilla

Muerte inesperada, fruto de una temeraria imprudencia, desencadena una nueva minoría real pues su heredero, Vermudo III, todavía es un niño de corta edad. Se inicia un turbulento periodo marcado por las injerencias navarras en la política leonesa, por la usurpación de la dignidad imperial privativa de los monarcas de la dinastía asturleonesa que, con el sucesor de Alfonso V, llega a su fin.

Las actividades expansionistas de Sancho III de Navarrra, en virtud de su matrimonio conde de Castilla y con pretensiones sobre las tierras Cea-Pisuerga (estados Beni Gómez), llevarán al soberano de Pamplona a las puertas de la capital del reino y, pocos años antes de su muerte (1035), a pactar el enlace de su segundogénito, el infante Fernando, con la única hermana del monarca leonés: Doña Sancha. Condes de Castilla, los príncipes se instalan en su territorio y reclaman a Vermudo III que, en cumplimiento de las capitulaciones matrimoniales, las tierras al este del río Cea pasen a poder de la infanta leonesa en concepto de dote. Petición abusiva pero encubierta por un velo de legalidad ésta que pretendía la división en dos mitades fácticas del reino de León, diferencias que llevaron a los dos cuñados a un enfrentamiento militar que se resolvió en Tamarón (Palencia) en 1037, combate en el que, al igual que aconteciera con su progenitor, una imprudencia condujo a Vermudo III a la muerte pues Fernando de Navarra, conde de Castilla, con la ayuda de su hermano el ahora rey de Pamplona, se enfrentó a la hueste leonesa según recoge en su edición de las crónicas asturleonesas Jesús E. Casariego (1985):
“pero la muerte, lanza en ristre, que es criminal e inevitable para los mortales, se apodera de él (Vermudo) y le hace caer de la carrera de su caballo; siete caballeros enemigos acaban con él. García (rey de Navarra) y Fernando presionan sobre ellos (los leoneses). Su cuerpo es llevado al panteón de los reyes de León. Después, muerto Bermudo, Fernando asedia a León y todo el reino queda en su poder”.

La falta de sucesión del último monarca de la dinastía asturleonesa supuso, curiosamente, la coronación de su vencedor en Tamarón: Fernando, nacido príncipe de Navarra, convertido en conde de Castilla, pretendiente a las tierras Cea-Pisuerga en virtud de su matrimonio con la infanta Sancha, heredero, gracias a los derechos inherentes a su esposa, del trono de León.
En 1037 se completa un ciclo, el asturleonés, pletórico de rebeliones, luchas por el poder, querellas internas desgarradoras, momentos de gloria fugaz y de predominio sobre los demás estados del norte cristiano. Culmina una época, se cierra un periodo, y se inicia otro que situará el nombre de León entre los principales reinos de la Europa occidental.